La guerra de los sexos

Cada vez que conozco a alguien
que me gusta me pregunto:
¿ es este el hombre con el que quiero
que mis hijos pasen los fines de semana


Cuando mis amigos --- por insólita unanimidad -- decidieron que yo tenia que ir a un analista, y que ellos estaban dispuestos a pagármelo, empece a pensar que algo conmigo no andaba bien.

Recién terminaba con el mayor psicópata de mi vida, y estaba en aquel estado en que queda una cuando termina con un psicopata.

Convencida de ser la única culpable de que el fuera hijo de madre soltera y de padre presidiario.

Sin embargo, pase la mayor parte de este año a su lado, segura de que ese era el príncipe azul y tratando  de explicarme por que había decidido elegirme a mi, que soy un gusano.

Si bien el nunca me llamo gusano específicamente, muchas veces me invito a pescar y no llevo carnada.

Si pasaba mas de dos horas en casa, se acercaba a la ventana y se ponía a  piar como un canario enjaulado.

Pero nunca tome como un acto de desamor el hecho de que no me tomara del brazo ni para cruzar la calle, o que me escondiera cuando se encontraba con algún amigo.

Para mi, el era un genio y todas esas excentricidades no hacían mas que ratificar su genialidad.

Cuando pasábamos juntos un fin de semana ( mas no porque le salían herpes ), en algún momento del día o de la noche se iba a su casa y volvía con excusas increíbles.

Tarde un año en darme cuenta de que no hacia caca en mi casa.

Me amo locamente hasta que decidió que yo no era lo suficientemente gusano como para estar con el.

Y se fue a refugiar para siempre en los brazos de su único y definitivo amor: ¡ su mama !

Ese fue mi ultimo intento de tener pareja.

Ahora tengo un psicoanalista al que le pago para que no me deje volver a enamorarme.

El me enseño a disfrutar de mi propia ciénaga como si fuera ajena.

Y que todos estos fracasos afectivos no fueron en balde.

¡ La convivencia es algo demasiado importante como para compartirla con otro !