Un Misterio

Ese par de bribones acostumbraban hacer pesadas bromas a cuantas personas pudieran, fueran conocidos o no. Esa actitud solo causaba enfado y pronto nadie los quería cerca. Aun así, se las arreglaban para colarse en las fiestas o reuniones, o cualquier evento al que no habían sido invitados.

En cierta ocasión llegaron a las afueras de la ciudad, después de esconderse en al auto de unos vecinos con la intensión de arruinarles su convivio, sin embargo, los descubrieron a tiempo y sin tentarse el corazón, los dejaron a mitad de la carretera.

Esta contrariedad solo les causó risa y pensando en su siguiente fechoría, se encaminaron hacia la ciudad que brillaba a lo lejos. Faltando poco para llegar a su destino, pasaron por un tramo arbolado y por demás oscuro, dieron un par de pasos y de inmediato se detuvieron al escuchar un llanto entre matorrales.

Una broma así no podía escaparse, —¡Es un alma pena! —dijo inmediatamente uno de ellos, mientras el otro buscaba entre las sombras su procedencia. —Y, ¿si es alguien que necesita ayuda? —. Se miraron dudosos por un rato, pero luego los sacó de su pensamiento un grito lastimero que parecía venir de todas partes. —¡Vámonos de aquí! —fue lo único que se escuchó antes de que salieran corriendo sin detenerse hasta llegar a su casa.

Fue hasta la mañana siguiente, que pudieron calmarse, y rehuían del tema. Lo que los asustó esa noche seguirá siendo un misterio, pero gracias a eso, dejaron de lado sus bromas.