Un Emparedado de Carne

por **ana maria** Vie 28 Jun 2019, 15:35

UN EMPAREDADO DE CARNE
Viernes, 6:30 de la tarde. Después de un día que empezó mal y terminó peor, bajo las escaleras del trabajo sin un objetivo claro. Media hora antes un mensaje de Tom me advertía de que no le esperara, que cenaría fuera, precisamente el único día que solíamos salir y que las más de las veces terminaba en un incierto revolcón. Fantástico. Así pues me debatía entre una excursión al Penny, al Chacalay o... a casa. Un baño de espuma o una sesión de sauna (tengo una pequeñita en mi casa), y después una ensalada de Mercadona con una estrella Galicia y a la cama prontito, seguramente con Elsa.

Elegí la tercera opción.

Pero el destino a veces juega malas pasadas. Nada más pisar la calle me crucé con un buen conocido.
— hola Peter, qué sorpresa.
— qué tal Jara. Mira, vengo de recoger a Marc, mi cuñado. Marc, esta es Jara, una gran amiga.
Nos dimos dos besos. Y esta vez fui yo la que arrimó la comisura de mis labios a los suyos. Marc era un pedazo de tío: alto, guapo, con una sonrisa que hacía palidecer a cualquier mujer que se precie. Parecía un poco más mayor que Peter, lo cual siempre es un riesgo cuando dejas atrás los 50. No obstante sobre el papel era un bocado apetecible.

— ¿donde vas? Tengo el buga en el parking de ahí al lado. Te llevamos.
— voy para casa Peter, estoy rendida. Un baño, a cenar y a la cama.
Intervino Marc buscando disimuladamente información... interesada? No me gustó lo que dijo.

— baño a solas, o compartido?
Me puse chula. Estaba muy cansada y decepcionada con Tom.
— ¿es una pregunta Marc, o una propuesta?
Debió de pillarle a contrapié mi respuesta porque se encogió. Peter, más diplomático, salió a salvar la situación.

— ¿como está Annie?
— muy bien, como siempre— y añadí — te echa de menos Peter.

— y yo a ella— contestó sonriendo.
— jara, ¿vienes a tomar una copa? Hay un bareto al lado del parking. Después te llevamos a casa.
Accedí, más que nada porque no tenía alternativa y me caía bien Peter. No tanto él guaperas. Fuimos paseando dos manzanas y nos sentamos. Me pedí un bourbon. Me estaba poniendo guerrera.
— ¿quien es Annie, Peter?— preguntó Marc.
— una buena amiga mutua. Un encanto de mujer.
— ¿también la conoce mi hermana?
Desde luego Marc no tenía la virtud de la discreción. Debía estar al tanto de los movimientos de Peter y de Francis y seguramente de los míos con ellos, así que volví a la faena.

— sí te refieres -como barrunto- a “conocer” en sentido bíblico, pues no. Todavía claro. Francis me conoce a mí, y Peter conoce a Annie. ¿Aclarado?
Animada por las risitas de Peter, seguí a la carga.
— y a mí me encantaría que me conociera tu cuñado. Me dijo Annie que sabía conocer requetebién. Pero que tendría que engordar para que lo hiciera, ya que a Peter le gusta conocer a las gorditas.

Las risitas se convirtieron en carcajadas. Marc estaba anonadado.
— Jara, cariño, tenía muchas ganas de conocerte, pero ahora mismo me muero de ganas.
Y ahora eché el resto. Que Marc fuera gilipollas no desmerecía para conocerlo.
— y yo me muero de ganas de ser un sándwich de carne. ¿Qué decís?
Media hora más tarde me estrenaba en hacerlo con dos tíos a la vez. Y fue una magnífica experiencia y un buen impulso a mi lado hetero, algo abandonado últimamente.
gabrielle del dongo

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