La Milanesa al Pan -Historia de un Desamor

por **ana maria** Miér 23 Jun 2021, 18:10

La milanesa al pan (historia de un desamor)

Vos lo sabias y yo no quise comprenderlo.

El amor se alejaba más y más de nuestras vidas, como algo inexorable.

Atrás quedaron las noches en que luego de trabajar catorce horas llegabas a casa para hacerme la comida, mientras yo (recién levantado de la cama) me entretenía viendo algún partido de fútbol sentado cómodamente en el sofá.
Muy lejos dejamos aquellos sábados en que acostumbrabas laburar horas extras para traer dinero a nuestra casa. Ya muy tarde yo te esperaba para recibirte con un beso, pretendiendo atenuar un poco tu cansancio.

Seguramente has olvidado aquellos domingos que dedicabas a limpiar desde muy temprano hasta bien entrada la noche, y en los que yo me veía obligado a pasar muchas horas en el bar con el fin de no molestar en tus labores.

Y cuando reformamos el comedor ¿te acordáis?Me parece verte sacando carretillas de escombro mientras yo te animaba tumbado en aquella reposera que nos regaló tu vieja.

¿Es posible que hayas olvidado tantas cosas?
Recordá por favor la tarde en que nos conocimos.

Vos bajabas del autobús un tanto despistada y fue cuando te ví. Recuerdo tu inocente carita y tus piernas flacas picadas por decenas de mosquitos.
Conversamos largo rato.

Luego compraste bizcochos en la panadería y te enojaste mucho porque no te dejé ninguno, allí empezaron tus reproches.
Al llegar el invierno salías muy de madrugada rumbo a tu trabajo dejándome solo, añorándote.

Mas tarde quisiste conformarme con aquella tele gigante que aliviaba un poco y solo un poco mis horas sin vos y que pagaste en 24 cómodas cuotas.
Y eso ahora no te importa. ¿Acaso no has sabido valorar mi sacrificio? Si, sí, no me lo digas…solamente vienen a tu mente mis errores.
Todavía tus palabras sacuden mi recuerdo. - ¡No sos capaz de esperarme ni siquiera con una milanesa al pan! -. Fue lo último que escuché de tus bellos labios. Y luego aquel portazo, y luego aquel silencio.

Me sorprendió tu abandono, debo confesarlo, pero siempre sospeché que eras ingrata.
Ahora ya no estás y me carcome la nostalgia.

Aunque tengo la certeza de tu arrepentimiento, sé que tu orgullo no te permitirá volver. Te pido que lo pienses con tranquilidad. A ver si te parece, tirar todo a la marchanta por culpa de una triste, aceitosa y vulgar milanesa al pan.

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