Hasta ahora sus 257 usuarios han escrito 532919 temas en los 974 foros que existen.
Tu Invitado, has escrito 0 posts desde que te registraste el .

Conectarse
Últimos temas
Miembros que empiezan más temas
ana maria |
| |||
eli |
| |||
Selina |
| |||
Patito 58 |
| |||
Anuky |
| |||
Julian el angelito |
| |||
sunsi-julian |
| |||
*Alma* |
| |||
sandybell |
| |||
Anjana 1 |
|
Una vela para Miguel
SIEMPRE LIBRE EL CASTILLO DE LOS GLITTERS Y GIFS ANIMADOS ::
:: Puente Levadizo--Temas no Gifs :: Biblioteca :: .·:*¨¨* ≈☆≈ *¨¨*:·.Cuentos.·:*¨¨* ≈☆≈ *¨¨*:·.
Página 1 de 1.
Una vela para Miguel
UNA VELA PARA MIGUEL
No conozco personalmente a Miguel, nunca lo he visto; sin embargo, no me hizo falta siquiera ver su rostro en una foto para estar cerca de él. Miguel es el esposo de una querida amiga, a quien no veo demasiado, pero a la que quiero mucho.
Mi amiga nos había contado que Miguel no andaba bien, que se estaba haciendo estudios y que ella estaba un poco preocupada. Estábamos pendientes de los resultados de esos estudios que cada vez eran peores.
Un día, triste por cierto, el fantasma que, suponíamos, rondaba a Miguel se manifestó en una realidad llamada leucemia.
Pasado el shock de la noticia recibida, las amigas de Alicia, la esposa de Miguel, y yo decidimos que algo debíamos hacer.
Hay momentos en los que uno quiere hacer mucho y puede hacer poco. Quiere estar, pero no puede, quiere solucionar, pero no tiene cómo.
Todas sabíamos que podíamos hacer algo más que acompañar a Alicia y estar a su disposición, sabíamos que podíamos rezar, queríamos rezar. La oración puede ser más fuerte que un remedio, un tratamiento, hasta más fuerte que un abrazo y una caricia.
Una mañana prendí una vela y recé por Miguel y por todos los enfermos del mundo. Mientras rezaba, miraba la hermosa luz que emanaba de su llama, pequeña pero hermosa y sentí algo especial. Esa luz tenue y brillante me invitaba a confiar, era el camino que mi oración tomaba para llegar hasta Dios y suplicarle que Miguel se curase.
Parece extraño que algo tan pequeño como la llama que emana de una vela pueda transmitir un sentimiento tan intenso. Sé que no es la llama en sí, sino lo que uno deposita en ella. Yo sentía que esa cálida lucecita llevaba mi oración hasta Dios y elegí esa forma de comunicarme.
Cada mañana prendía una vela y rezaba por Miguel, y cada mañana sentía que un milagro era posible. Una mañana sentí que, si sumaba más velas, más rezos, más pedidos y más esperanzas, el milagro se produciría antes.
La fuerza de la oración en conjunto es en sí un milagro. Con mis amigas resolvimos que esa sería nuestra forma de ayudar, de estar cerca de Alicia, sin dudas, más cerca que permaneciendo sentadas a su lado esperando que las horas pasaran y la pesadilla con ellas.
Así como tantas veces nos juntamos a tomar un café y compartir nuestras vidas, con lo malo y con lo bueno, nos unimos a través de la luz que emanaba de la velita que cada una de nosotras encendía cada día. Velas pequeñas pero inmensas que escuchaban un mismo pedido, que recibían el mismo sentimiento, que albergaban la misma esperanza.
La lucha que libró Miguel fue dura. La de Alicia igual, ella cargaba con el pánico, la entereza ante Miguel y sus hijos, el dolor, el temor, los diagnósticos, los resultados, mucha carga para una sola espalda. A veces se preguntaba de dónde sacaba las fuerzas para mantenerse en pie, y la respuesta no era difícil porque, cuando la carga es demasiado pesada, Dios nos regala más fuerza para sostenerla, más valor para afrontarla, más fe para esperar que todo tenga un final feliz.
El tiempo pasó, y muchas fueron las velitas que día a día mis amigas y yo encendimos, y luego se encendieron más porque siempre hay almas que se hacen eco del dolor ajeno.
El milagro ocurrió, y, tras un tiempo de batalla, Miguel ganó la partida. Ganó la vida, y la enfermedad pasó a ser un doloroso recuerdo.
Cuando supimos que la pesadilla se había convertido en el milagro tan esperado, mis amigas y yo tomamos otra decisión.
Continuamos prendiendo una vela cada día, no solo para dar gracias, sino también para rezar por otros muchos Migueles que hay en el mundo, a quienes no conocemos, pero que sufren, que tienen miedo, que sienten dolor.
Frente a la cálida luz que irradiaba cada vela que mis amigas y yo continuamos encendiendo, había un encuentro de amistad. Un encuentro con Dios que nos miraba y nos escuchaba a través de la llama luminosa de una pequeña vela que encerraba dentro de ella ni más ni menos que el amor al prójimo.
AUTOR: LIANA CASTELLO ( argentina )
Mi amiga nos había contado que Miguel no andaba bien, que se estaba haciendo estudios y que ella estaba un poco preocupada. Estábamos pendientes de los resultados de esos estudios que cada vez eran peores.
Un día, triste por cierto, el fantasma que, suponíamos, rondaba a Miguel se manifestó en una realidad llamada leucemia.
Pasado el shock de la noticia recibida, las amigas de Alicia, la esposa de Miguel, y yo decidimos que algo debíamos hacer.
Hay momentos en los que uno quiere hacer mucho y puede hacer poco. Quiere estar, pero no puede, quiere solucionar, pero no tiene cómo.
Todas sabíamos que podíamos hacer algo más que acompañar a Alicia y estar a su disposición, sabíamos que podíamos rezar, queríamos rezar. La oración puede ser más fuerte que un remedio, un tratamiento, hasta más fuerte que un abrazo y una caricia.
Una mañana prendí una vela y recé por Miguel y por todos los enfermos del mundo. Mientras rezaba, miraba la hermosa luz que emanaba de su llama, pequeña pero hermosa y sentí algo especial. Esa luz tenue y brillante me invitaba a confiar, era el camino que mi oración tomaba para llegar hasta Dios y suplicarle que Miguel se curase.
Parece extraño que algo tan pequeño como la llama que emana de una vela pueda transmitir un sentimiento tan intenso. Sé que no es la llama en sí, sino lo que uno deposita en ella. Yo sentía que esa cálida lucecita llevaba mi oración hasta Dios y elegí esa forma de comunicarme.
Cada mañana prendía una vela y rezaba por Miguel, y cada mañana sentía que un milagro era posible. Una mañana sentí que, si sumaba más velas, más rezos, más pedidos y más esperanzas, el milagro se produciría antes.
La fuerza de la oración en conjunto es en sí un milagro. Con mis amigas resolvimos que esa sería nuestra forma de ayudar, de estar cerca de Alicia, sin dudas, más cerca que permaneciendo sentadas a su lado esperando que las horas pasaran y la pesadilla con ellas.
Así como tantas veces nos juntamos a tomar un café y compartir nuestras vidas, con lo malo y con lo bueno, nos unimos a través de la luz que emanaba de la velita que cada una de nosotras encendía cada día. Velas pequeñas pero inmensas que escuchaban un mismo pedido, que recibían el mismo sentimiento, que albergaban la misma esperanza.
La lucha que libró Miguel fue dura. La de Alicia igual, ella cargaba con el pánico, la entereza ante Miguel y sus hijos, el dolor, el temor, los diagnósticos, los resultados, mucha carga para una sola espalda. A veces se preguntaba de dónde sacaba las fuerzas para mantenerse en pie, y la respuesta no era difícil porque, cuando la carga es demasiado pesada, Dios nos regala más fuerza para sostenerla, más valor para afrontarla, más fe para esperar que todo tenga un final feliz.
El tiempo pasó, y muchas fueron las velitas que día a día mis amigas y yo encendimos, y luego se encendieron más porque siempre hay almas que se hacen eco del dolor ajeno.
El milagro ocurrió, y, tras un tiempo de batalla, Miguel ganó la partida. Ganó la vida, y la enfermedad pasó a ser un doloroso recuerdo.
Cuando supimos que la pesadilla se había convertido en el milagro tan esperado, mis amigas y yo tomamos otra decisión.
Continuamos prendiendo una vela cada día, no solo para dar gracias, sino también para rezar por otros muchos Migueles que hay en el mundo, a quienes no conocemos, pero que sufren, que tienen miedo, que sienten dolor.
Frente a la cálida luz que irradiaba cada vela que mis amigas y yo continuamos encendiendo, había un encuentro de amistad. Un encuentro con Dios que nos miraba y nos escuchaba a través de la llama luminosa de una pequeña vela que encerraba dentro de ella ni más ni menos que el amor al prójimo.
AUTOR: LIANA CASTELLO ( argentina )
ana maria- ♕-Princesa
- Zodiaco :
Mensajes : 72609
Inscripción : 04/08/2013Localización : Ciudad de Buenos Aires Capital Federal- Argentina
Humor : GENIAL

» Miguel de Unamuno
» Poesías de Miguel Hernandes
» Musica
» 24 Cosas Para Recordar ...y una Para Nunca Olvidar
» Con Vela
» Poesías de Miguel Hernandes
» Musica
» 24 Cosas Para Recordar ...y una Para Nunca Olvidar
» Con Vela
SIEMPRE LIBRE EL CASTILLO DE LOS GLITTERS Y GIFS ANIMADOS ::
:: Puente Levadizo--Temas no Gifs :: Biblioteca :: .·:*¨¨* ≈☆≈ *¨¨*:·.Cuentos.·:*¨¨* ≈☆≈ *¨¨*:·.
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|
» Naranja Autentico
» Paisaje
» La mujer que encerró a su amante en el ....
» El Chofer
» Jardín Primavera
» Comiendo Helado
» Patinaje II
» Patinaje I
» Lavarse las Manos