La Muchacha de la Bicicleta parte 1

por **ana maria** Miér 11 Sep 2019, 21:44

La Muchacha de la Bicicleta parte 1

Cuando Salome y su madre Ana se mudaron a un barrio a las fueras, a las pocos meses de estar allí, sus vecinas comenzaron hacer comentarios desagradables acerca de la señora Ana, decían que ella prostituía a su hija Salome, ya que todos los sábados y domingos veían llegar un lujoso auto Dodge challenger 1970 de color plateado, se trataba de un hombre mayor, y bien vestido.

De lunes a Viernes en las tardes veían a Salome montando su bicicleta, disfrutaba recorrer calles estrechas y empinadas. Ir de un lugar a otro sin alejarse mucho del barrio. Su madre no les gustaba que ella se expusiera antes los chismes de la gente. Pero era imposible decirle no a Salome, la chica irradiaba juventud y belleza. Todos los jovencitos suspiraban por ella, mientras que en las muchachas solo despertaba celos y envidia.

Salome solía llevar suelta su larga cabellera dorada, el viento jugaba con sus cabellos, y sus largar piernas pedaleaban con gran agilidad y elegancia. Sus delicadas y bellas manos sujetaban con fuerza los manubrios, era como si quisiera volar por los aires en su bicicleta. Su sonrisa y sus ojos color miel contemplaban los atardeceres. Cuando los chicos se la encontraban en la calle, comenzaban a piropearla y a silbarla. Otros no se atrevían a hacerlo tal vez por timidez o respeto.

Cuando inicio la primavera, la mayoría de los jóvenes del barrio decidieron regalarle unas cuantas rosas a Salome, con la esperanza de tenerla frente a frente. Fueron el domingo en la mañana, todos vieron el lujoso carro plateado estacionado afuera. Pensaron que no era el momento indicado para obsequiarle las rosas, pero uno de ellos se las dio de valiente y dio tres golpes a la puerta negra de metal, quien les abrió fue Rogelio, el dueño de automóvil... lucía una bata de dormir de seda y unas pantuflas de terciopelo.

- ¿QUÉ DEMONIOS QUIEREN? Pregunta molesto...

Todos lo observan con miedo, y una voz entre la multitud juvenil le responde...

- queremos entregarle estas rosas a Salome, ¿podría llamarla?, por favor.

- la señorita Salome está durmiendo, temo que no los podrá atender ahora ni nunca. Es mejor que regresen por donde vinieron y se lleven esas feas rosas con ustedes. Les advierte con un horrible rictus en su arrugado rostro.

Ellos se marchan horrorizados del lugar...

- ¿quién era Rogelio? Le pregunta Salome con curiosidad.

- solo eran unos vagos que madrugaron a pedir dinero, - ¡ven! es mejor que te acuestes cariño. Le dice con voz melosa mientras intenta acariciarle su espalda desnuda.

- ¡aparta tus manos de mi Rogelio!...no se te olvide que tú no eres mi padre, y que solo te soporto para no darle molestias a mi mamá.

- tú sabes que yo amo a Ana ella es la mujer de mi vida, y tu eres como la hija que nunca tuve.

- si la amaras realmente te casarías con ella, y no vendrías solamente a dormir aquí los sábados y domingos y luego te largas como el cobarde que eres. Ya estoy harta de que le des tus migajas. Quisiera que mi madre se le callera las venda de los ojos y te mandara al infierno de una vez por todas.

- Salome ven aquí, Salome, ¡Salome!... le grita Rogelio

Salome corrió a encerrarse en su cuarto, tirada sobre su cama y con su carita empapada de lagrimas de dolor y rabia. Deseaba salir en su bicicleta e irse muy lejos de aquel lugar y no volver nunca más, pero el amor por su madre la retenía, el miedo de pensar que Rogelio le pudiera hacer algún daño le impedía alzar el vuelo.

En los días que Rogelio no iba a la casa, esos días eran tranquilos y agradables para Salome, en cambio para Ana estos eran una eternidad. Pero cuando él llegaba todo se convertía en una pesadilla, Salome debía echarle seguro a la puerta de su habitación; a veces cubría su cabeza con la almohada para no escuchar las peleas de su madre con Rogelio. Peleas que se volvieron costumbre. Siempre que le daba la gana les sacaba en cara el plato de comida que les daba.

Un sábado por la tarde, Rogelio llego en compañía de otro auto igual de lujoso que el de él, a su madre y a Salome les extraño mucho aquella visita...

- Salome quiero que conozcas a Hernán Torres, el es un hombre de negocios y desea invertir en mi empresa una alta suma de dinero. Pero antes de hacerlo, el me pidió conocerte...

Mientras que afuera en la calle, se oían murmuraciones y especulaciones de los que estaba pasando en la casa de puerta negra.

- vaya que te has quedado corto con la descripción querido Rogelio, Salome es un joven muy hermosa, aseguraría que nunca había encontrado tanta belleza en una sola mujer. Decía mientras la miraba de arriba abajo con lujuria.

- pues ya me conoció señor, ya se puede ir. Le contesta Salome asqueada.

- sabes algo me gustan domar a las mujeres difíciles. Le dice con un brillo de malicia en sus negros ojos.

- pues creo que se confundió conmigo, es mejor que me retire, con permiso caballeros.

- ¡hey¡ tú no vas a ir a ningún lado hasta que yo lo diga. Le dice Rogelio agarrándola del brazo.

- me lastimas Rogelio, ¡suéltame!... le suplica adolorida Salome.

- por favor Rogelio suéltale el brazo a la niña, le dice Ana con voz temblorosa.

- ¡tú no te metas Ana!, ¿por qué no te vas a la cocina a prepararnos algo de comer? Le ordena Rogelio.

- está bien lo que tu digas Rogelio, ¡iré a prepararles una deliciosa cena!. Mientras Ana colocaba algunas ollas sobre el fuego. Rogelio tomo a la fuerza a Salome con ayuda de Hernán, este le tapo la boca y se encerró con ella en su cuarto.

- es toda tuya Hernán, le dice Rogelio con una mueca en su cara. Mientras él le echaba llave por fuera la puerta.

- ¡MAMÁ, MAMÁ, MAMÁAAAA, AYUDAME!!! Gritaba Salome.

El miserable de Hernán le había desojado bruscamente la flor de su pureza. Salome se sentía sucia, destrozada y miserable. Sus ojos desgranaban gotas saladas de impotencia y repugnancia.

Después de dos horas, Rogelio le abrió la puerta a Hernán, el desgraciado tenía aspecto de haberla pasado muy bien...

- fue un placer hacer negocios contigo Rogelio, de ahora en adelante seremos socios... invertiré más de lo que te había dicho. La verdad que tu regalito me encantado. Dice girando la mirada hacia Salome, quien estaba sentada en el bordo de de la cama, con una sabana cubriendo su desnudez. Ella voltea a verlos con odio, intenta colocarse de pie. Luego cierra con brusquedad la puerta y le echa seguro.

continua...///

por **ana maria** Miér 11 Sep 2019, 21:47

continuacion...///

- ¿A dónde está mi hija Rogelio?, le pregunta Ana.

Se encerró en su cuarto con seguro, le responde Rogelio - ¡toc.toc! hija ábreme la puerta. La cena ya esta lista,

- no la molestes, debió haberse quedado dormida.

- ¿señor Torres le gustaría acompañarnos a cenar? Le pregunta Ana con cortesía.

- no, gracias, yo ya debo irme es tarde. Le dice con afán...

Al irse Hernán y al terminar la cena, Salome salió de su habitación, usando una de sus largas piyamas floreadas, su cabello esta sin peinar, descalza. La mano derecha cubría su bajo vientre. Ella ve a Rogelio en la sala, sentado sobre la mecedora, Ana estaba tomando una ducha. Sin que él se diera cuenta saco un tenedor de la caja de cubiertos, que se hallaban en la alacena. Lo empuño en su mano, y se fue con el sigilosamente hacia a donde se encentraba Rogelio. Se ubico atrás de su espalda y lo tiro fuertemente hacia atrás de los pocos cabellos que cubrían su cabeza, este chivaba como un puerco salvaje, después clavo el utensilio en ambos ojos.

- maldito mil veces maldito, ojala te pudras en el infierno, me vendiste a ese cerdo de porquería, ahora ya no valgo nada... nada. Me has desgraciado la vida... le gritaba entre sollozos. Luego Soltó el tenedor cerca de la silla...

Eran las 8:30pm, Salome saco su bicicleta a la calle, la pobre chica iba fuera de sí, pedaleaba con dificultad, las pocas personas que estaban despiertas, la observaban sorprendidos a través de las ventanas de sus casas, ya que era la primera vez que Salome salía de noche en su bicicleta y en esas fachas. Algunos de sus enamorados la saludaban a lo lejos. Pero la muchacha no les ponía atención, ella continuaba pedaleando sin rumbo, a cada movimiento que daba era un desgarrador quejido en el fondo de sus entrañas.

Todos la vieron desaparecer en medio de la oscura y fría noche. Su madre ni por enterada de la ausencia de su hija. Hasta que noto que Rogelio seguía sentado en la vieja mecedora de madera sin pronunciar palabra... se aproxima hacia él.

- ¿Rogelio estas Bien? ¿Por qué estas tan callado?... le pregunta Ana preocupada. Al sentirlo frio, gira la silla y...

- AAAAAH! ¡Dios mío! ¿Qué paso aquí?, ¡Salome, Salome! ¡Ven rápido! Grita angustiada la señora Ana.

Pero se da cuenta que Salome no está en casa, su bicicleta no estaba en su sitio. Sale como loca a pedir ayuda a sus vecinos, al rato llego la policía al lugar. Ana les dijo lo poco y nada que sabía sobre la muerte de Rogelio. Ana creyó que tal vez su hija lo había asesinado y por eso huyo en su bicicleta.

Salome seguía pedaleando, ya se hallaba muy lejos del barrio, sus fuerza para continuar se debilitaban cada vez más; por desgracia estaba muy oscuro y su visión era escasa, Salome se dirigía hacia un profundo Zanjón, cuando se dio cuenta se fue con bicicleta y todo; al caer se desnuco. Nadie transitaba cerca de ese Zanjón, así que su cadáver quedo cerca de su bicicleta, esperando a ser encontradas.

Las autoridades no lograban dar con su paradero, pasados dos meses. Un grupo de intrépidos ciclistas, pasaron unos dos metros cerca del Zanjón, todos percibieron un olor putrefacto que provenía del fondo del mismo, ellos bajaron a echar un vistazo y allí yacía el cuerpo de la joven. Salome quedo aferrada a su bicicleta, su cadáver se hallaba adherido a los fierros oxidados de su bicicleta. Ni la muerte consiguió apartarla de ella.

Salome creyó que si escapa o se alejaba de aquel infierno, encontraría al fin su anhelada libertad, pero solo hallo la muerte. Mientras tanto su madre al enterarse de la trágica muerte de su hija, no pudo soportarlo, la tristeza y la culpabilidad le fueron consumiendo el alma poco a poco. Hasta sumergirla en la completa depresión.

Como muchas veces decimos, Dios no se queda con nada, pues el miserable de Hernán Torres fue apresado y no por violación, si no por lavado de dólares. Y allí en prisión fue violado y ultrajado por otros presos hasta matarlo.

Yazmin Schwery Rivera

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