La Marca del Infierno

por **ana maria** Sáb Nov 21, 2020 1:22 pm

La marca del Infierno

Ante la llegada de su Señor, Selena inclinó la cabeza y, arrodillada, hizo una reverencia y beso los pies de Lucifer. Después levanto la mirada y vio la belleza de los ángeles ante ella. El porte de Lucifer era tan señorial que encogió el estómago de ella y pequeñas lágrimas negras resbalaron por su tez pálida. “Los ojos negros y el pelo azabache le diferencian de los demás ángeles, dicen” pensó la vampiresa.

Lucifer alzó la mano y la apoyó en el hombro de Selena, su tacto era suave como la seda, pero una calidez inicial pasó a ser un ardor insoportable.
- ¿recuerdas cómo se paga la traición a tu Señor? La muerte tan solo sería un pequeño cosquilleo al eterno dolor al que serás sometida sino me das una buena razón para dar la eternidad a un humano. - Inquirió Satanás al tiempo que apretaba y abrasaba el hombro de Selena.

Selena deseó que nunca hubiera pasado y Satanás sintió puro arrepentimiento en sus pensamientos, la guerra había empezado y el libre albedrío y la libertad de pensamiento había terminado. El juramento de que ningún ángel volvería a someter o leer los pensamientos de seres inferiores para su beneficio no tenía validez.

-La soledad que siente tu corazón no es una excusa para interponerte en mis designios- la advirtió librándola del terrible tormento de su mano. - la herida se curará porque sé que una simple conversión no pondrá en peligro mis planes, pero cada vez que me desobedezcas, aunque sólo sea pensarlo, la herida volverá y tu sangre ahogará las gargantas de los que beban de ti. - La amenaza de El Caído se gravó literalmente en la mente de ella. - Levántate y Tráeme al converso- la ordenó. - veremos si es digno de la inmortalidad. Y si puede serme útil en un futuro cercano.

Tras esto El Diablo se sentó en su trono, y dos figuras humanas salieron de las sombras del fondo de la sala encadenadas entre sí. Selena había oído hablar de las dos personas que aparecían. Eran dos profetas a los que a pesar de tener el poder de ver los posibles futuros, le gustaba consultar. Las antiguas tradiciones humanas habían hecho cierta mella en él y más desde que fuera desterrado por la envidia del nacimiento de los mismos. Selena entonces entendió que su presencia ya no era necesaria y sin volver a mirarle a la cara salió del palacio por las puertas negras.

En la salida le esperaba el carruaje que la había llevado hasta allí desde el río de almas. Tras subir, al apoyarse en el asiento con miedo por el dolor de la herida, se dio cuenta que tan solo quedaba una pequeña marca tribal negra. La sangre había desaparecido pero un fuerte olor a quemado emanaba de su hombro. En ese momento recordó la frase que dijo la noche anterior.

“Otro nuevo error a mi lista.” Tras pensar esto el carruaje se desvaneció en el vapor que envolvía el camino hacia la barca de Caronte. Cuando llego al embarcadero le dio dos monedas al barquero que encontró en el asiento del carruaje.

El viaje de vuelta por el río de almas fue diferente al de ida, las almas parecían ser ahuyentadas por la barca.
- El miedo de ellas sólo se explicaría porque has sido marcada por Él. Te compadezco nadie ha sobrevivido a una marca del ángel Negro. - dijo el barquero con una voz que casi se confundía con el lamento de las almas castigadas a fuego lento.
Al llegar a la otra orilla y a las puertas del infierno Selena miró hacia el palacio, el dolor pareció regresar a su hombro por un momento, pero remitió al cerrar los ojos por el sufrimiento. Luego se giró hacia las puertas. Estas se cerraron a su paso con la fuerza de un trueno.

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