El Efecto Mozart. Carta 4 1994

por **ana maria** Sáb 30 Ene 2021, 17:18

EL EFECTO MOZART. CARTA 4. 1994

Mi querido Andrés

Vuelvo a escribirte en este año nuevo que nos depara, ya lo verás, más sorpresas que el anterior. ¿Recuerdas que te hablé de un amigo biólogo que me ayudaría con la investigación sobre Mozart? ¡Pues ya hemos resuelto el enigma! Dios, es algo que supera nuestro entendimiento, pero que nos ha sorprendido enormemente. De hecho no sé ni cómo se ha podido llevar a cabo. ¡Es algo increíble! Y terrible, según cómo se mire, también. Sólo hay que recordar lo que me sucedió con aquellos pequeños monstruos que eran las ratas.

Mi amigo es experto en el tema del ADN, lo cual a mí nunca se me ha dado muy bien; ese tema extraño, que todos llevamos dentro y que nos determina cómo somos y cómo vamos a ser. Es como si el mismísimo Dios nos hubiera dejado el libro de nuestra vida escrito en cada uno de nosotros.

Y Mozart supo modificarlo. Habría que indagar en temas místicos para comprenderlo, con eso de que la palabra es Dios y que la palabra es voz y que la voz es frecuencia, y que ¡la música es frecuencia!

Sí, como lo lees: Mozart escribió en el idioma divino; supo modificar de alguna forma el ADN. Hemos encontrado un patrón cíclico, como las cadenas de nucleótidos de la estructura de la molécula del ADN. En base son cuatro estas cadenas: dos purínicas (o púricas) (la nota do y re) denominadas adenina (A) y guanina (G) y dos pirimidínicas (o pirimidinas) denominadas citosina (C) y timina (T) (las notas sol y si). El resto de notas, según mi amigo, sirven de puentes estructurales al movimiento oscilatorio del sonido.

Bueno, mejor te lo explico en cristiano:
Nuestro querido Mozart creó una manera por medio de las ondas sonoras para alterar y modificar el ADN de quien lo escucha, por medio del sonido. Por eso los ratones que estaban siendo gestados se modificaban mejor que los adultos. Estamos investigando qué es lo que podría cambiar en los genes, y me temo que es algo que no quisiéramos ni escuchar. Ahora estamos pidiendo a un coleccionista que nos ceda un cabello. Sí, eso es, hay un coleccionista en Praga que guarda unos cabellos del artista. Queremos indagar en ello y ver qué conclusiones sacamos de ello.

¿Por qué las personas no se muestran tan agresivas como los ratones cuando escuchamos su música? ¿Por qué se me ha quitado ese tic completamente, cuando lo tenía desde que era adolescente? ¿Por qué? ¿Por qué? Todo son dudas en este océano de conocimientos por descubrir. Y espero, amigo Andrés, que me comprendas en esta odisea que he emprendido por comprender a nuestro enigmático compositor.

Me temo que no era un simple músico, que había algo más en el, y que formaba parte de algún grupo que disponía de conocimientos más avanzados que sus contemporáneos. Más que nosotros, incluso. Estas son mis fantasiosas conclusiones, la verdad.

Dale recuerdos a tu mujer, por cierto, que en las anteriores ocasiones no me he acordado, y felicidades por vuestro reciente matrimonio. Gracias por invitarme, a pesar de saber que no podría ir. Mis viajes me lo impiden y ya sabes lo que esta investigación significa para mí.
Un fuerte abrazo,
este anciano obsesionado con Mozart.

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