Los niños y el fuego,

por **ana maria** Sáb 27 Mayo 2023, 12:14

Los niños y el fuego,

leyenda Boliviana sobre el diluvio universal

Los niños y el fuego, leyenda Boliviana sobre el diluvio universal

Una leyenda muy antigua, narra que hace mucho, mucho tiempo, al sur de Bolivia había una pequeña región en donde habitaba la tribu de los chiriguanos.

Los habitantes de esta tribu eran seres pacíficos y amables, que no peleaban con nadie y que sobrevivían por medio de la pesca, la caza y la recolección.

La tribu de los chiriguanos, tenían recetas exquisitas que deleitaban cualquier paladar, ya que sabían utilizar muy bien el fuego.

Ellos tenían la costumbre de mantener siempre encendidas las hogueras y regularmente, quedaban pequeños trozos de carbón o brasas encendidos.

El día del diluvio universal

Pero llego un día que nadie esperaba y sin previo aviso, el cielo se cubrió de nubes muy oscuras y comenzó a llover y a llover sin cesar; desbordando todos los ríos y todo comenzó a inundarse súbitamente.
Este gran diluvio hizo que todas las personas y los animales murieran. Todos, menos un niño, una niña y un pequeño sapo.

De un momento a otro, así como comenzó a llover drásticamente, así mismo dejó de llover y salió el sol.

El par de niños que había sobrevivido a esta implacable inundación producto de la lluvia, sabían pescar y como había tanta agua, podían pescar muchos peces.
Sin embargo los pequeños niños, no tenían fuego para cocinar los peces y no querían comerlos crudos; porque estaban acostumbrados, a comer los sabrosos alimentos que cocinaban con fuego en su extinta tribu.

De pronto, la pequeña niña se lamentó diciendo:– ¡No sé qué podemos hacer sin fuego!

A lo que el niño contestó: – A mí tampoco se me ocurre nada. No podemos hacer fuego de ninguna forma, porque todas las hogueras se apagaron.

Los niños consiguen como volver a hacer fuego

De pronto, un pequeño sapo salió detrás de unas piedras y escucho la conversación de los niños, por lo que sintió mucha pena por ellos.
El sapo los sorprendió y les dijo: – Perdonad, pero os he estado escuchando y me gustaría entregaros algo.
La niña se sorprendió al verlo y le preguntó: – ¿Y tú cómo has conseguido sobrevivir al diluvio?

– Me escondí en el agujero de unas rocas y pensé que también podía hacer lo mismo con estos pequeños trozos de carbón- Dijo el sapo a los niños, enseñándoles dos trocitos de brasa encendidas.

El niño exclamó muy entusiasmado – ¡Son brasas! ¡Podemos hacer fuego! – Pero ¿Cómo has conseguido mantenerlas encendidas? – Reflexionó.

A lo que el pequeño sapo le contesto: – Todos los días metía las brasas en mi boca y no me quemaba, Luego las soplaba de vez en cuando para que no se apagaran. Sabía que estas pequeñas brasas eran muy importantes para vosotros los humanos.

La niña muy contenta por la noticia, le dijo al sapo: – Oh, no sé cómo agradecértelo, querido sapo
– No tienes que agradecerme nada. Hice lo que debía.

Entonces, el sapo le dio a los niños los trozos de brasa y gracias a eso, pudieron hacer fuego de nuevo.

El pequeño sapo se quedó a vivir con los niños y creció muy feliz junto a ellos.

Los pequeños niños se convirtieron en adultos y lograron formar una enorme familia, recuperando poco a poco la tribu chiriguana.

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