Era una Tarde Serena

por **ana maria** Dom 17 Sep 2023, 12:19

Era una Tarde Serena

Era una tarde serena.
Yo caminaba por la vereda de un parque.
De pronto algo atrapó mi atención.

Un niño sentado al borde de un pequeño lago, no dejaba de observar todo a cuanto a su alrededor había. De vez en vez, movía su cabecita como que algo no le parecía.

Y fijaba su vista en el cielo y en las nubes que se dispersaban y formaban figuras. Y miraba el lago, y los árboles, los pocos árboles que están ahí secándose poco a poco, esperando con ansias, las lluvias del verano.
Lo vi tan pensativo que, tuve que acercarme y lo saludé.

– Hola. ¿Cómo te llamas? -Me miró sorprendido y volteó a ver hacia donde se encontraban sus padres platicando y comiendo algodones de azúcar.
– Hola. -Contestó muy serio. -No puedo hablar con extraños. La gente es muy mala y mis papás me han prohibido hablar con alguien que no conozco.

Le dije mi nombre y apellidos y le dije que yo no era una mala persona. Y sólo quería preguntarle qué pensaba desde hace rato. Qué no se había movido para nada de ese lugar.

Me miró con sus ojitos muy grandes. Y esbozó una mueca de tristeza. Suspiró y me dijo que los adultos siempre mentíamos.

– ¿Por qué dices eso? ¿En qué te hemos mentido los adultos?

Con su vocecita ya quebrada por el sentimiento, y sosteniendo unas lágrimas que amenazaban con salir a raudales, me contestó.

– La maestra me puso mala calificación en mi dibujo de la naturaleza. Me dijo que había coloreado muy mal y que esos colores no iban de acuerdo a las cosas que venían dibujadas.

– ¿Qué cosas habían en tu dibujo? Le cuestioné en tono suave. Percibí la enorme sensibilidad de aquella criatura
.
– El cielo me dijo que iba en azul claro y yo lo pinté gris porque así lo veo desde siempre.

El lago me dijo que también lo hubiera pintado de azul porque el agua es clara y yo lo pinté verde con mucha basura flotando.
Los árboles los pinté de café y con hojas amarillas.

Nos dijo que también dibujáramos flores y animales. Y yo no dibujé nada. Porque yo no he visto ni flores ni animales cuando vengo a este bosque.
– Y me siento triste porque mis papás, mis tíos y sus amigos me dicen que no sé iluminar. Qué no sé usar los colores y que mi dibujo se ve muy raro y feo.
¡Pero es que, así es como se ven!

¡Mira! Y señaló hacia arriba de mi cabeza, tenía razón. El cielo ahora es grisáceo.

Su dedito índice señalaba los árboles, las plantas, el lago, la cantidad enorme de basura a la orilla del lago y la que se derramaba de unos botes de basura que habían en aquel lugar.

– ¡Mira, no hay flores! ¡Ni pájaros, ni ardillas, ni nada de lo que nos contó la maestra!

– Mis papás también mienten, porque dicen que ellos jugaban con papalotes y correteaban mariposas. Qué se acostaban en el pasto a ver las nubes blancas y que cuándo llovía y había sol, aparecía un hermoso arcoíris.

Y ¡no es cierto! Aquí no hay pasto. Solo tierra y piedras. Y yo no he visto ningún arcoíris. Y tampoco lo verán mis hijos. Nada de lo que ustedes cuentan, lo veo ni lo veremos…
Y comenzó a llorar desconsoladamente.

Sin que sus padres se dieran cuenta, le abracé y le sequé las perlas que brotaban de sus pupilas tan llenas de pureza e inocencia.
El corazón me ardió. Se me apretó, al ver su carita mirando el cielo y tratando de buscar ese azul que no pudo colorear en su dibujo…

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