Una Fiesta Familiar

por **ana maria** Mar 02 Jul 2019, 15:50

UNA FIESTA FAMILIAR

Qué duro resulta desear tanto a alguien en un medio absolutamente hostil e inapropiado. Cedes a la tentación a costa de poner en peligro tantas cosas... pero compensa, vaya si compensa.

Voy a contar algunos de esos gratificantes incidentes.
Más o menos cada trimestre nos reuníamos una o dos veces los tres hermanos a disfrutar de un día juntos con nuestras respectivas familias. En mi caso no se daba tal circunstancia con la familia de Tom, pero hay que decir tres cosas que lo justificaban: los hombres se llevaban fenomenal; Raul y Annie eran los más sociales con diferencia y siempre estaban dispuestos a acogernos, y... Raul hacía unas paellas de impresión.

Era finales de Mayo y tocaba el cumple de Annie, 43 espléndidos años. Lo celebramos en su bonito chalet con piscina. Era la primera reunión familiar después de que Annie y yo nos convirtiéramos en “compañeras”. Las últimas dos semanas no habíamos podido “compañear” por razones ajenas a nosotras. No falta falta decir que nos comíamos con las miradas cada vez que pasábamos una al lado de la otra, con una peligrosidad rayana en la insensatez. Y más después del tonto malentendido que nos hizo llorar como magdalenas y que terminó con tantas satisfacciones.:.

Esta es la pequeña crónica de roces, meneos y atrevidos escarceos.
Yo, tumbada en bikini junto a la piscina simulando leer pero sin perder ojo. Acalorada a tope. Una gota de sudor me cae por el canalillo. Fantaseo con que Annie la lame.
En el rincón del fondo haciendo los preparativos están los tres hombres más Ann, también en bikini, Elisa, esposa de mi hermano Mikel, y Dorian, la hermana soltera de Raul. Falta el azafrán. Viene hacia la casa Annie a cogerlo.. Mientras se acerca no dejo de fijarme como su bajovientre se mueve entre sus muslos. Pasa por mi lado y me hace un imperceptible gesto. Me levanto y voy tras ella.

Está en la cocina. Entro y cierro la puerta. Ella no se mueve. La agarro por detrás y mis manos soban todo su torso mientras beso su nuca entre sus cabellos. Ella echa sus brazos hacia atrás y me aprieta contra su cuerpo, que quema. Gime. No aguanta más, se vuelve y nos taladramos con las lenguas. Mete su mano en mi jardín y yo en el suyo. Jadeamos. Con mi boca libre tiro del tirante del bikini y muerdo su pezón. Grito sofocado. Jara, más fuerte...
Oímos un ruido cercano. Peligro. Nos separamos. Entra Dorian. Por muy poco. Salimos. Me tiro al agua que se calienta dos o tres grados.
continua ---///

por **ana maria** Mar 02 Jul 2019, 15:52

continuacion ...///

Tras el numerito de la piscina no esperaba nada más, sólo soñar con una siesta junto a Annie entre los frondosos arces, desnudas las dos, acariciadas por el sonido de las hojas y la brisa que las mueve. Caer en un plácido sopor después ser derribadas tras morder nuestros labios jugosos hasta sangrar esencia de mujer.

Pero ese sueño era imposible aqui y ahora, así que me conformé con retirarme a “echarme un rato” después de comer, tras una corta sobremesa, recoger, fregar y barrer. Los hombres se pusieron a jugar a las cartas, Annie y sus cuñadas atendiendo a los niños, y yo a una habitación en la buhardilla. Me tumbé sin ropa tapada con la sábana y caí con Elsa acariciando mis caramelos.

Me desperté al notar mi muslo descubriéndose. Sonreí. Mi corazón latió con fuerza cuando unos labios ansiosos lameteaban mis nalgas, y entró en modo erupción cuando esa boca rozó la mía tras abrirme de piernas.
Volví a caer tras el derrame de lava consecuencia del tsunami.
Annie cerró la puerta tras su incursión.

Cuando desperté estaba acalorada. Me puse de nuevo el bikini y bajé. Los chicos seguían con los naipes. Elisa dormitaba en una hamaca con un libro de verdad caído sobre sus tetas. Annie y Dorian platicando sentadas en el borde de la piscina ¿de qué hablarían?

El calor que sentía me llevó directa al agua. Annie me miró con malicia cuando saqué la cabeza. Me acerqué a ella al comprobar que Dorian no estaba.
Abrió sus muslos recibiéndome. Me metí toda entre ellos haciendo todo lo que se podía hacer en esa difícil postura
Así estuvimos hasta que reapareció la pecosa.
Nada más que reseñar salvo dos cosas: acordamos un pasar un fin de semana en Beceite, y... Annie se sorprendió de que le diera las gracias por el regalo de la siesta.
— Jara, cariñet, lo has soñado. Yo no he sido.
Una fiesta perfecta, si señor, perfecta.
gabrielle del dongo

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