Las Lagrimas de la Venganzas

por **ana maria** Sáb 09 Ene 2021, 18:46

Las lágrimas de la venganza

Al salir de las puertas del infierno, Selena apareció en una discoteca clandestina de la ciudad, cerca del centro de la misma. Estas puertas siempre estaban protegidas y guardadas de los mortales y ángeles. En la salida del local un hombre de tez negra y cuerpo más que corpulento, esperaba a Selena vestido de traje negro y sujetando la puerta de una limusina.

Al entrar Selena todo estaba oscuro en su interior, pero los ojos de la vampiresa brillaban con una luz propia que, aunque en apariencia no iluminaban nada a ella le permitían ver hasta el último resquicio de cualquier lugar, por lo que distinguió sin problemas que al fondo del auto le esperaban dos personas, una de ellas no se la podía haber tachado de persona en ningún momento de su vida, ya que nació demonio y moriría demonio; él era Rahab, uno de los más antiguos llegados a la tierra y el que nunca partiría vivo de ella a ningún otro lugar.

Su entrada en el Infierno le estaba prohibida hasta que entregara las llaves de los cielos a Lucifer o vencieran la guerra, y su cabeza tenía un alto precio en el Paraíso. Por ello se había convertido en el general dirigente de los señores oscuros en el mundo mortal.

Su rostro reflejaba el paso de los siglos en forma de cicatrices de batallas, y su estatus estaba marcado por los trazos tribales de su cabeza. La acompañante de Rahab era una vampiresa. Selena nunca la había visto pero su tez pálida como la nieve, sus ojos marrones, su cabello rubio y su delicada figura la daban un toque fino y aristocrático. Estaba segura que pertenecía a alguna familia de alto nivel en la jerarquía vampírica. Esta recepción la enseñó que su error no sólo había llegado a los oídos de su Señor, sino que también a los oídos de los que regían el mundo en el que ella vivía.

Al cerrar la puerta, la limusina empezó a moverse, mientras el demonio servía otra copa de sangre a su acompañante y una nueva a Selena.
- Las presentaciones las haremos luego querida, primero tengo que explicarte hasta qué punto tu sed de sangre y de compañía nos puede traer problemas. - mientras decía esto Rahab dejó su copa de plata sobre una pequeña mesa que presidía el centro de la limusina, y miraba a Selena con los ojos llenos de rabia e inyectados en sangre.

-Personalmente no te conocía, pero tu reputación sinceramente no concuerda con tus acciones... - hizo una pausa para mirar a su acompañante, la cual miraba cautivada a Selena con sus ojos que parecían agujeros vacíos de todo sentimiento humano. - Aun así, que se puede esperar de una vampiresa, tenéis sangre humana y eso os hace débiles. -

Las faltas de respeto hacia los vampiros eran muy comunes entre los demonios, y solían recordarles que su origen está en el mortal, mientras que ellos provienen del poder divino. En ese momento el ambiente tomó una nueva temperatura claramente abrasadora, la fuente no era sólo psicológica, sino que era la propia furia de Rahab que provocaba que todo lo de su alrededor empezara a calentarse hasta llegar a arder. Como respuesta una simple mirada de Selena heló la mente del demonio que dudó durante un instante y la temperatura del coche volvió a ser la normal.
-Ya he padecido el calor de tu hogar esta tarde no hace falta que arada de nuevo en el Infierno. Sé que mi error puede tener graves consecuencias, pero no eres quien para reprocharme algo por lo que ya he sido castigada por nuestro Ángel Caído. -

-Te equivocas Selena- por primera vez la dama de rojo hablaba, su voz sonaba suave, como un susurro pero que te atravesaba y te enseñaba la verdadera intención de sus palabras en el momento final. En este caso Selena sintió dolor, un dolor parecido al que se tiene cuando alguien te dice adiós para no volver.
-Dos hermanos nuestros han muerto, y fue por tu error. - Prosiguió la vampiresa. Y tomando la mano de Rahab le pidió que continuara él. – Ayer en el momento en que tú convertías al mortal, un grupo de cazadores estaban siguiéndote, pero cuando mordiste al joven los vampiros más cercanos sintieron la conversión errónea y fueron a ver qué pasaba. Dos de los que fueron a buscarte ya no están entre nosotros. - tras esta explicación los ojos de Selena se llenaron de lágrimas por un instante, pero antes de que estas se deslizaran por su cara se cristalizaron, para luego convertirse en polvo de hielo y desaparecer en el aire.

-Tu pesar te honra, pero solo a ti y no a ellos, además no sabemos que pueden haber averiguado para nuestro enemigo- ahora Selena miraba a su hermana a los labios, rojos y finos, con los que ella escondía sus armas mortíferas de color perla. -Es hora de que venguemos a nuestra raza- al terminar esta frase el automóvil paró y el chofer abrió la puerta indicando a las damas que bajaran. Una vez en la acera vieron que estaban en las cercanías de donde Selena había mordido a Leo.

-Aquí cerca hallareis a los que mataron a vuestros hermanos, son cazadores y por tanto son mortales, no dejéis que vayan al cielo, maldecidlos con la eterna vida en el averno. - Tras decir esto Rahab se despidió de Selena con un simple gesto con la cabeza y de su compañera vampiresa con unas palabras al oído, que ni Selena pudo escuchar, y antes de volver a partir en su gran limusina negra grito al aire: -Selena cuida de Isabel. Sólo por ella matarían los reyes de la iglesia. - al terminar sus palabras el coche giró en la primera esquina desapareciendo.

Ambas damas se miraron a los ojos como intentando escudriñar lo que las dos pensaban, Selena sólo vio odio, ira, lujuria y un profundo temor en los de Isabel, sin embargo, una extraña experiencia fruto del tiempo o de un don único le permitió ver a Isabel hasta el último pensamiento de Selena. El duelo de miradas finalizó cuando Isabel la sonrió y parpadeo antes que ella. -En tu situación, con ese vacío yo hubiera hecho lo mismo. - y sin más dilación la enseño el camino hacia la venganza, que se internaba en un edificio en paupérrimas condiciones.

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