Bajo Ataque

Ambos tenían el sueño pesado, pero esa noche no pudieron evitar saltar de la cama muy impresionados por el alarmante ruido de las sirenas en la calle, además la gente gritaba como loca, corriendo de igual forma, mientras el par de muchachos que recién se despertaban buscaba una explicación a lo sucedido. A lo lejos escucharon a alguien decir: —Nos están atacando —y sus rostros cayeron hasta el suelo ante tal noticia. No quisieron recoger nada, viajarían ligeros, solo tomaron el bate y un par de cuchillos, antes de montarse en el auto.

Era difícil decidir el rumbo a tomar, ya que no sabía dónde se centraba lucha y no querían quedar atrapados en medio de ella. En la radio solo había estática, los teléfonos no funcionaban y las luces empezaban a tintinear, así que no dudó más para poner el auto en marcha, dirigiéndose donde su amigo más cercano, el cual ya se había marchado. Así se fue alejando más y más, tratando de encontrar al menos una persona en quien confiar, o algún grupo militar que les diera instrucciones, pero, ¡nada! Más que gente entregada a la histeria tratando de huir de un combate del que no había señal alguna.

Mirándose ambos con cierta vergüenza, tomaron el camino de vuelta a casa, tras un par de calles recorridas, se detuvieron para ver detenidamente una nube de polvo que se reflejaba en el retrovisor del auto, en pocos segundos, se distinguieron algunas siluetas humanoides saliendo de aquel cumulo de mugre, los cuales no eran más que los representantes de la ley, cargando en su rostro una expresión de terror jamás presenciada por los dos muchachos.

—¿Qué pasa? —preguntó ella semejando el horror que aquellos que huían cargaban consigo. Pues la idea de que hombres armados hasta los dientes corrieran de esa forma, impresiona a cualquiera.

—No lo sé, pero nos largamos —

Fueron esos sus planes, más no los del auto, que se negaba a encender, aun cuando se vio envuelto de horrendas y fantasmales criaturas hambrientas.

—¿¡Qué demonios es eso!? —fueron las últimas palabras salidas de la boca de la joven, antes de quedar a merced de una furiosa horda de entes infernales, que venía a este mundo reclamando almas.

El día llegó a aquella ciudad, que seguía en pie, apacible como nunca, funcionando como siempre, aún viva, pero sus habitantes no…