La Rosa en el Pupitre

Jorge era un chico romántico, todas las mañanas se esforzaba por llegar primero a clase, solo para dejar una rosa en el pupitre de Ronda, la chica que lo tenía tan ilusionado.

Para su desgracia, ella era una mujer engreída, se creía de procedencia divina, por lo tanto, cualquier mortal le parecía poca cosa, en especial Jorge, que tanto se empeñaba en tener a diario un detalle con ella.

Cada vez que el chico la halagaba, solo lograba ser expuesto y humillado en público, sin embargo, aguantaba todos los desplantes de Ronda, y continuaba siendo romántico con ella. De lunes a viernes, la chica encontraba la rosa en el pupitre, pero, lejos de agradecer o valorar el obsequio, lo tiraba al suelo, haciendo un comentario despectivo al respecto, como si aquel regalo la ofendiera, pues según sus propias expectativas, ella se merecía el cielo y las estrellas, una simple flor no se merecía si quiera tocar sus manos. Jorge simplemente agachaba su cabeza y cada cual continuaba con su vida.


Cierta mañana, Ronda llegó a clases, y la rosa no estaba en su pupitre, se le notó algo extrañada al respecto, cualquiera hubiese pensado que se sentiría aliviada de que aquellos insultos a su superioridad hubiesen terminado, no obstante, dejó ver algo de decepción y tristeza en su rostro, mientras volteaba a todos lados tratando de encontrar a Jorge, para que este le diera una explicación, o tal vez su acostumbrada rosa.


Entonces vio que Lucia, una chica en el fondo del salón, levantaba una rosa de su pupitre, Ronda sintió alivio, sin saber cómo, eso había sido solamente una confusión, y fue a reclamar su flor… pero Jorge no se lo permitió, dijo que esta vez le pertenecía a Lucía, pues ella si merecía tales detalles. La caprichosa chica no hizo más que portarse tan déspota y grosera como siempre, pero sus palabras fueron solo para ella.


El chico estaba encantado viéndose en los ojos de Lucía, que le agradecía el presente con una enorme sonrisa. No era solamente ese hecho que tenía al joven encantado, sino que notó que por meses, Lucía recogía cada una de las rosas que Ronda tiraba, luego las sacudía con cuidado, las arreglaba para verse aún mejor, las olía con pasión y las abrazaba con ternura, para después guardarlas en un libro.

No había forma distinta en que Jorge quisiera que trataran su corazón, era simplemente eso, amor, alguien que pudiese apreciar así un detalle que no le pertenecía, haría mucho más, si fueran dedicados a ella.


El muchacho no se equivocó, Lucia era la chica perfecta para él, aquella que llenó su mundo de sonrisas y lo amo por quien era…