LaEnamoada

Trataba de disimular ocupándose en algo, recorría toda la casa de arriba abajo como si esto pudiera ayudarle a ordenar sus pensamientos; sin embargo la carga no podía aligerarse, sus hombros estaban tensos y encogidos, su boca hacia muecas aun sin su consentimiento y le costaba trabajo hasta un profundo respiro.

Locas ideas daban vuelta en su cabeza, chocando unas con otras y confundiendo sus pensamientos, cada segundo anunciado por la manecilla del reloj, le hacía aún más insoportable la existencia.

Pasó tantas veces por el mismo lugar, que la madera del suelo ya estaba quejándose ante sus pisadas, aun así, ella volvía por el mismo camino, con ganas de tirar todas las decoraciones al piso, patear la mesita del recibidor, y quebrar la mirilla de la puerta, para ya no asomarse a través de ella.


Pudo hacer mil cosas incoherentes, solo por estar hundida en eso profundo pozo de la espera; la espera de su novio, ese ingrato impuntual, que la hizo esperar por más de una hora, pero ¿Qué otra cosa podía hacer?, la chica estaba enamorada, esperaría por él, más de una hora…