En busca de lo que siempre tuve

por **ana maria** Lun 26 Jun 2023, 11:48

En Busca de lo que Siempre Tuve

En 1959, mi vida cambió por completo. Como hijo único, estaba acostumbrado a hacer lo que se me ocurriese; y ese año, aquel sistema de vida terminó drásticamente.

Hacía un año que había vuelto de N.Y. titulado como abogado, pero no tenía intención alguna de ejercer, y mis estudios solo habían sido excusa, para alejarme del dominio acérrimo de mi familia por controlar mi vida. Cuando te conocí, fuiste mi salvación. Gracias a ti, pude salir de ese círculo en el que estaba metido, amigos que solo me servían de compañía en actividades turbias y poco ortodoxas. Y por supuesto para llevarme a casa, después que en fiestas y borracheras terminaba inconciente, despilfarrando mi vida y juventud, sin saber el daño que me estaba haciendo.

Tuve que concretar mi noviazgo contigo, pués mi mal comportamiento no fueron toleradas por por ti y tu padre, y en un ultimátum, cedí a las presiones y nos casamos.

Para aplacar las críticas de mi familia, por no comportarme a la altura de un hijo del embajador, y después de largas correrías y escándalos, acepté una oferta de mi padre; un cargo importantísimo en Francia, como diplomático de mi país.

En un comienzo, nuestra relación fue de maravilla. Tú eras la conjugación perfecta de frescura, inocencia y belleza; y yo te amaba por sobre todas las cosas. Por esa razón, creí tenerlo todo contigo, pero a poco andar, me fui dando cuenta que algo me faltaba. En el fondo estaba insatisfecho.

Todo ese amor y ternura que me entregabas, no era suficiente para saciar esos deseos ocultos, que se manifestaban en sueños oscuros y lacivos, y los cuales no me atrevía a confesarte.

Muchos tiempo estuve atormentado por estos deseos, hasta que decidí buscar fuera de casa algo o alguien con quien saciar mis apetitos concupiscentes. Recorrí bares y casinos durante largas noches de vigilia. Me encontré con mujeres sin rostro que me dieron placer y desenfreno; y que en parte aplacaron esa lujuria, pero no era lo que buscaba. Algo me faltaba, ellas no tenían esa inocencia, ese amor puro que tu me brindabas.

Después de desperdiciar mucho tiempo y dinero, no conseguí saciar mis fantasías, aquello que me atormentaba y que tanto anhelaba. Finalmente una noche me enfrente a ti y dando un gran rodeo y en forma muy delicada, traté de describirte todos esos deseos pecaminosas, que no me daban tregua y por los que había perdido la pasión en la intimidad.

Tú me miraste seria, luego te echaste a reír. Cuando quise saber el motivo de tu buen humor, fue el momento de tu confesión. Siempre quisiste ir más allá en la intimidad, pero tuviste miedo de mi reacción y que yo fuera a pensar mal de ti. Así que dejabas que yo tomara la iniciativa y cohibías hasta la más mínima expresión de placer por aparentar recato. Se suponía que quejidos, palabrotas y posturas eran para mujeres de vida ligera y no para la nuera del embajador.

Por eso, desde esa vez, cada noche es una nueva aventura para mí. Te sorprendo con alguna salida o acordamos encuentros en algún bar como dos desconocidos. Nos encontramos, charlamos y nos vamos a encamar a un hotel de mala muerte; a disfrutar de el amor y sexo desinhibido, sin tapujos ni limitaciones. Has sido mi perfecta cómplice en estas andanzas.
La última vez me pediste que fuéramos más lejos e incluyéramos a un tercero en nuestras locuras. En mi fantasía hice que un hombre desconocido te poseyera y yo observé impávido en un rincón, como te dejabas llevar por el momento, y tu rostro revelaba un goce trasgresor y gutural.

En otra ocasión fui yo quien estuve con una prostituta, mientras tú le pedías a ella una clase de como descubrir nuevas posturas y regiones para dar placer.

Diariamente me sorprendes con juegos eróticos y fantasías de culturas lejanas. El día de ayer trajiste un libro que hablaba de el amor y sexo del tantra, cultivado hace milenios por unos hindúes de la zona sur de ese país.

Se supone que debo controlar mi cuerpo y resistir para no llegar a eyacular, pero si concretar orgasmos, es según tú, parecido a como los que sienten algunas mujeres. Hasta el momento mi experiencia ha sido un desastre, no logro mantenerme inmune a tus caricias y me dejo llevar en lujuriosos espasmos que me dejan exhauto.

En esa estoy, disfrutando mi segundo año de matrimonio. Si alguien me hubiera dicho que este sería así, hace tiempo hubiera sido tu complice. Pero todo este tiempo, definitivamente estuve muy desorientado, en busca de mi orgasmo perdido, cuando en realidad lo que buscaba, siempre estuvo conmigo.

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