La Niña Panocha parte 1

por **ana maria** Mar 22 Mar 2022, 10:53

La Niña Panocha

- ¿Franko Novotny? Pase por favor…

Anuncia la enfermera. Lentamente, impulsado por el cansancio me incorporo y sigo los pasos de la asistente…

- Póngase cómodo. La doctora tardara unos minutos en volver…

El sol entra con fuerza en la consulta y un adulterado olor a bosque satura toda la estancia. Obediente, cabizbajo, le hago caso, me dejo caer en la silla que está situada en el lado secundario de una gran mesa de nogal al tiempo que la enfermera abandona la consulta. Cierra la puerta.

Acomodado en el fondo de una ensoñación que me acompaña los últimos días intento calcular en silencio el número de culos que habrán reposado las carnes en la silla donde estoy sentado en estos momentos ¿Cuántas de estas nalgas habrán tenido que soportar el terrible peso de un diagnóstico dañino? Miro a mí alrededor y compruebo que la habitación es extrañamente agradable. Valiente eufemismo. Impaciente, me levanto y acerco a la ventana.

Desamparado y solitario es el parque al que da la consulta. Allí, bajo un sol de justicia puedo ver a una niña, sola, jugando torpemente con un patinete de esos que tienen manillar. La niña no tendrá más de doce años. Es robusta, alta y muy grande, desmesuradamente grande para su edad. El pelo es crispado, rojo, como los atardeceres en verano y le cae en una larga melena que le llega por la cintura, coronando su rollizo cuerpo y concediéndole el aspecto de una panocha gigante. Los ojos son pequeños, verdes, de una belleza contenida que se encuentran perdidos en medio del mar de pecas que inundan su tremenda cara.

A pesar de la juventud, la mirada destila una entrañable tristeza: Figura dispar será presa fácil para la crueldad de la niñez y resulta sencillo adivinar el castigo recibido por tener una belleza incomprendida.

Una y otra vez intenta dominar el chisme con ruedas sin conseguirlo. Pero no desespera. Avanza dos pasos sobre el patinete y pierde el equilibrio, teniendo que poner una de sus monumentales piernas sobre el suelo para no caer. El enorme cuerpo que ostenta tiene vedado el ejercicio que intenta realizar. La escena, por algún misterioso motivo, o más bien, influido por la situación que atravieso últimamente me resulta de una gracia desgarradora.

continua...///

por **ana maria** Mar 22 Mar 2022, 10:55

continuacion ...///

Al final desiste; deja con delicadeza el patinete en el suelo y con tremenda lentitud inclina el pesado cuerpo hacia delante, apoyando sus majestuosos brazos sobre las rodillas. Necesitará tomar aire después del tremendo esfuerzo de aceptación que ha realizado. Se encuentra desengañada, frustrada. Imagino que no entiende por qué los demás pimpollos sí y ella no. De pronto se le dibuja una sonrisa en la cara.

Recuerda un suceso divertido, seguro, una percepción pasada que le impulsa y acomoda en la dicha. Pasa de la frustración a la alegría como solo la infancia sabe hacer. Coge el patinete del suelo, se lo pone debajo de uno de los grandiosos brazos y se marcha dando saltitos.

Mientras observo como sale del tedioso parque, desde el silencio le deseo suerte y ánimo, mucho ánimo: Ignora lo cerca que anda de entrar en un mundo descomunal, pronto perderá la capacidad para combatir la frustración. La niñez la abandonara…

Se detiene. Se da la vuelta y podría afirmar con toda la seguridad del mundo que me observa, escrudiña desde la distancia, descarada e intensa mientras alza uno de los dedos de la mano izquierda y lo desliza en el aire, lenta y repetidamente, de un lado a otro. La sobrecogedora sonrisa que ofrece y cruza de oreja a oreja el enorme rostro de la niña panocha es radiante…
- … aquí… aquí…
El mundo desaparece. La realidad se evapora en un instante para regresar en menos de un segundo adoptando el rostro sonriente de una mujer de mediana edad, algo robusta, rojizo es el cabello y los ademanes son los que se le brindarían a un niño asustado…

- ¿Se encuentra bien?
Me levanto estrepitosamente de la silla, me dirijo a la ventana y compruebo que allí donde antes había un parque ahora hay un aparcamiento destinado a media docena de ambulancias…
- Quiere hacer el favor de volver a sentarse. Esta usted empezando asustarme

Rápidamente el tono de la doctora adquiere un punto autoritario…

- Sí, claro…por supuesto… pero es que… yo…
Farfullo al tiempo que tomo asiento. Intento controlar el temblor de mis rodillas, pero me resulta imposible. Después de unos segundos en los que la doctora parece detectar algún tipo de avería que hay en mi cabeza y yo desconozco su rostro vuelve a recobrar el carácter complaciente y cariñoso que por lo que aparenta, es el habitual…

- ¿Ha entendido… escuchado algo de lo que he comentado?
- Bien, le vuelvo a repetir, resumiendo. Las pruebas son satisfactorias. Es benigno.

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